Acerca de declaraciones de la oposición conservadora sobre las asignaciones específicas y la Defensoría del Público
En sociedades que atravesamos la barbarie de dictaduras y genocidios y que hoy nos vemos enfrentados a los efectos y la acción de la hidra de un modelo económico de timba financiera, desposesión y de vigilancia big data de un capitalismo de plataformas, los discursos agitados por la conservadora en todas sus manifestaciones (Juntos por el Cambio, UCR, Coalición Cívica, conservadores) derecha con motivo del debate sobre asignaciones específicas son muestras del fanatismo que pretenden reducir todo problema político a “cuestiones de mercado”, como si el mercado no fuera político .
Pero se equivocan y mienten.
Se equivocan porque el fomento de la cultura es crear producción y trabajo. Y porque la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual (que fue cambalachezcamente confundida con la Defensoría del Pueblo o una inexistente Defensoría Audiovisual por varias diputadxs cambiemitas) surge de la Ley 26.522, que fue el resultado de un proceso democrático y federal de debates de periodistas, organizaciones sociales, empresas, universidades, medios comunitarios, sindicatos, movimientos sociales, especialistas y organismos internacionales. Su creación se enmarca en un movimiento continental de constitucionalismo social que promueve la participación ciudadana y popular, lo que implica considerar a las audiencias no como meros espectadores pasivos, sino como sujetos activos y peticionantes en procesos de participación, decisión y veeduría social. Las funciones de la Defensoría son específicas e irremplazables: generar audiencias activas frente a la comunicación masiva concentrada promoviendo la democracia infocomunicacional, reparar derechos vulnerados a través de espacios de debate y formación y velar por el pluralismo audiovisual. Para esto la Defensoría del Público trabaja, desde sus inicios, en alianza con organismos supranacionales (Fondo de Población de Naciones Unidas, UNESCO y UNICEF) con carreras de comunicación de todas las universidades nacionales en la articulación de acciones, con sindicatos y organizaciones sociales en programas de calidad académica con reconocimiento internacional para la protección de los derechos de sectores vulnerados de la población (niñez y adolescencia, mujeres y LGTBIQ+, personas mayores, personas con discapacidad, personas en situación de pobreza); para la promoción de la comunicación diversa e inclusiva, comunitaria y de pueblos originarios y para la alfabetización mediática informacional necesaria en tiempos de culturas digitales.
Su tarea acaba de ser reconocida en el último informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en el que la Relatoría sobre Libertad de Expresión de la OEA, valoró la promoción de acciones orientadas al «tratamiento mediático responsable» de los derechos humanos . El informe de la CIDH, difundido días atrás y que analiza la situación en materia de libertad de expresión en 35 países de América, resaltó un convenio entre la Secretaría de Derechos Humanos y la Defensoría del Público que fija «un marco institucional para implementar acciones, proyectos y programas que promueven los derechos humanos, en particular desde su tratamiento mediático». En el capítulo dedicado a la Argentina, la Relatoría sobre Libertad de Expresión pondera tres ejes de la gestión del organismo “el trabajo conjunto con la Secretaría de Derechos Humanos, el Pacto Ético contra la Desinformación y el acceso a la información pública». En este sentido el accionar de la Defensoría garantiza el cumplimiento de convenciones internacionales que incluyen referencia a representaciones de grupos vulnerados en prácticas comunicacionales (Pacto de San José de Costa Rica, CEDAW, entre otros)
Mienten porque cuando la oposición conservadora es gobierno despilfarra recursos públicos. Valgan como ejemplos situaciones hoy judicializadas como el robo de equipamiento del Ministerio de Cultura. O casos como en el que la Sala II de la Cámara Federal porteña revocó el sobreseimiento de Hernán Lombardi, quien encabezaba el Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos durante la Presidencia de Mauricio Macri, por manejos sospechosos de fondos para la promoción cultural. Por supuesto, no somos como ellxs: para nosotrxs no hay sentencia mediática ni culpabilización automática. Aún con los niveles degradados de algunas instancias judiciales, esperamos que se sustancien los procesos y que la Justicia decida en última instancia. Creemos en la Justicia aun cuando una parte de la Justicia no haga nada para que se la respete.
La disparidad en el modo de votar de la oposición fue también síntoma de su falta de coherencia: pasar del rechazo verbal a la abstención en la votación en general y luego a la dispersión entre abstención, voto no positivo en la particular, sumado a los llamativos faltazos varios a la sesión, dan cuenta de que el Interbloque neoconservador es un rejunte peligroso y falto de compromiso democrático.
Por eso, volvemos a reafirmar que la comunicación no es un negocio. Que la comunicación no puede ser seguir el medio de los sectores políticos concentrados que, sabemos, tienen en el manejo de la comunicación una de las herramientas principales del lawfare. Que los decretos macristas que cercenaron la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual deben ser suprimidos y que se debe avanzar en una política nacional de comunicación que no puede reducirse a una regulación de defensa de la competencia sino al establecimiento democrático, ciudadano, comunitario, diverso y federales de reglas sancionadas por el Congreso de la Nación como fueron las dos únicas leyes regulatorias de los servicios de comunicación que fueron aprobadas durante períodos democráticos como las Leyes 14.241 del año 1953 y la Ley 26.522 del 2009.
Por todo esto rechazamos todo intento de desarticulación de una institución de la democracia como es la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, así como nos proponemos actualizar y ampliar su campo de intervención en el marco de la convergencia infocomunicacional con nuevas políticas que aseguren la ciudadanía comunicacional que constituye en la actualidad el modo de existencia política en tanto las tecnologías de este que atraviesan paradigman nuestra existencia de manera cotidiana.
Buenos Aires, junio 2022
pablo carro
Florencia Lampreabe
ARUNA Asociación Radiodifusoras Universitarias Nacionales
Red de Medios Digitales
Urbana Teve
Alejandro Kaufmann
rodrigo rodriguez
Florencia Saintout
María Pía López
Cynthia García
Araceli Bellota
andrea varela
alfredo alfonso
Daniel Rosso
Alicia Entel
Carla Gaudensi
Agustín Lecchi
Irene Haimovichi
Juan Martín Ramos Padilla
eduardo de la serna
Ángela Urondo Raboy
Sandra Ruso
Demián Verduga
María Seoane
Liliana Mazure
Luis Lázaro
milciades peña
pablo vommaro
marcelo koenig
María Sucarrat
Francisco Paco Olveira
pablo antonini
carlos raimundi
gonzalo carbajal
omar rincon
ricardo manetti
jose cornejo
Leandro Quiroga
Silvia Delfino
maría susana martins
Ana Amelia Negrete
Felipe Sanz
maría quintero
Rodrigo Sujodoles Gazzero
Jorge Luis Bernetti
ricardo espada
Damián Valls
glenn potolski
Conrado Geiger
Ayelén Sidún
Daniel Escribano
Carmen Burgos
Gustavo Naón
Beatriz Alem
javier romero
Judit dijo
Diego de Charras
Santiago Albarracín
Larisa Kejval
Marcos Icardi
Ramon Burgos
gustavo cirelli
Osvaldo Boniño
Aixa Boeykens
lizondo liliana
leila moreno castro
alejandra garcia vargas
Carla Avendaño
alfredo fernandez
luis barreras
Red de Medios Digitales
marcela navarrete
Víctor Notarfrancesco
Monasterio, Julio
Guillermo Lipis
diego rossi
Juan Pablo Olson
Leonardo Daniel Félix
María Rachid
Lucía Maccagno
Jorge Elbaum
carmen ines salcedo
Elena Ferreyra
mariano calabacín
guadalupe godoy
René Unda Lara
javier corcuera
Federico Pita
emmanuel rodriguez
Eva Moreira
Graciela Falbo
Moira Mc Loughlin
horacio lamas
Isabel Vega Gron
pablo guillino
Mirta Israel
Natalia Vinelli
Jorge Luis Mamani
Hugo Gulman
adriana hernandez
Martín Piqué
Agustina Paz Frontera
Antonio Daniel Fenoy
María Alejandra Zinni